20 de febrero de 2025

El Santo Cristo del Amparo en la iglesia de Autillo de Campos

 


El Cristo que donó D. Francisco de Reynoso a la iglesia de Autillo

Ficha técnica del Santo Cristo del Amparo del imaginero Juan Sáez de Torrecilla:

Título: Santo Cristo del Amparo. Autor: Juan Sáez de Torrecilla. Fecha: 1596. Tipo de obra: Escultura de bulto redondo. Estilo: Manierista de finales del siglo XVI. Iconografía: Cristo muerto fijado a la cruz por tres clavos. Materiales: Madera de pino de Soria policromada (pino de Soria, seco y bueno, se dice en el contrato). Dimensiones: 210 x 186 cm, de cabeza a los pies sin contar con la cruz. Ubicación: Tercera capilla del lado del evangelio de la iglesia de Santa Eufemia, Autillo de Campos.

El cuerpo muerto de Jesús aparece sujeto por tres clavos a una gruesa cruz de travesaños alisados. El escultor opta por una composición triangular, con un solo clavo para los pies, montando el pie derecho sobre el izquierdo. El título de la cruz lleva la sigla INRI de la frase latina Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, que en castellano se traduce como Jesús Nazareno, el Rey de los Judíos.

El crucificado pende de los clavos que taladran sus manos. Tiene la cabeza inclinada hacia el lado derecho y hacia adelante con el mentón apoyado en el pecho. Se notan los párpados de los ojos cerrados y los labios entreabiertos. Lleva pelo largo, barba bífida (barba terminada en dos puntas) y bigote. Una gruesa corona de espinas está labrada sobre el mismo bloque craneal. En el torso, se aprecia la herida de la lanzada en el costado derecho, el tórax hinchado, las costillas marcadas de manera acentuada y el abdomen hundido. Las piernas aparecen flexionadas, con las rodillas juntas por el peso de la caída del cuerpo muerto. El paño de pureza cubre gran parte del muslo izquierdo, mientras que asciende por el derecho dejándolo ver para formar un nudo sujetado con una soga. La tela sobrante cae formando pliegues movidos por el viento.

Contemplando esta sagrada imagen, se observa abundante sangre en todo su cuerpo. Los regueros de sangre que brotan de los agujeros de las manos se deslizan por la parte inferior de los brazos y llegan hasta las axilas. La cara y el cuello están surcados de gruesos hilos de sangre que, procedente de la corona de espinas, descienden hasta el pecho y el abdomen. La sangre de la herida abierta del costado derecho sale a borbotones y, bajando hasta la cintura, sobrepasa el paño de pureza y acaba en el muslo de la pierna derecha. De las heridas de las rodillas, como consecuencia de las caídas de Jesús camino del Gólgota, sale mucha sangre y gotea por las piernas. Los dedos de los pies están inundados de sangre que mancha la cepa vertical de la cruz.

Sáez de Torrecilla estudió la visión de esta majestuosa escultura por los espectadores, sabiendo que la iban a ver desde lejos y en una posición muy elevada. El artista tuvo presente la distancia entre la estatua y los fieles que la iban a contemplar desde fuera del presbiterio. El crucificado estuvo coronando el altar mayor de la iglesia de Santa Eufemia desde finales del siglo XVI (1597) hasta el primer tercio del XVIII (1734) a una altura de 8-10 metros. Esta es la razón que explica las enormes dimensiones de esta imagen: 210 x 186 cm.

En la parte más alta del retablo mayor y como remate se hallaba el Calvario: el Santo Cristo del Amparo y, a ambos lados, la Virgen María y san Juan. En los retablos renacentistas de la segunda mitad del siglo XVI, la escena del Calvario tenía una gran relevancia y se le reservaba el sitio más elevado. Como símbolo de la Redención ocupaba un lugar bien visible. Su tamaño era grande teniendo en cuenta el efecto de la lejanía.

El Santo Cristo del Amparo lo encargó don Francisco de Reynoso a Juan Sáez de Torrecilla en 1596. El escultor labró una imagen de muy buena factura. Gracias a don Francisco de Reynoso podemos contemplar la excelente talla de este crucificado en la iglesia de nuestro pueblo. Además, podemos orar ante nuestro Redentor, “que nos ama y nos ha lavado con su sangre de nuestros pecados” (Ap 1,5). San Pedro insiste en este tema: “Sus heridas nos han curado” (I Pedro 2,24). San Pablo dice en la carta a los Efesios: “El Señor nos ha obtenido con su sangre la redención, el perdón de los pecados” (Ef 1,7). San Agustín lo ratifica con estas palabras: “El Redentor derramó su sangre para borrar nuestros pecados” (Sermón 130,2).

Agradezco sinceramente a Juan Fernández las fotografías que me envió del retablo del Santo Cristo del Amparo. Para redactar este artículo, me han servido para verlas una y otra vez y así he podido apreciar muchos detalles principalmente, del crucificado.





Jesús Manuel Gutiérrez Pérez
Hijo Predilecto de Autillo de Campos

3 comentarios:

  1. Perfecto relato analizando la escultura hasta sus mínimos detalles. Mucas gracias Jesús Manuel.

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  2. Alfonso Santamaría Diez21 de febrero de 2025, 0:28

    Completa descripción de esta escultura de Juan Sáez de Torrecilla, donada por D. Francisco de Reynoso, importante benefactor de Autillo.
    El imaginero Juan Sáez de Torrecilla, (posible discípulo del gran escultor Manuel Álvarez), cuya obra maestra es el retablo mayor de la Colegiata de Villagarcía de Campos. Cuando Manuel Álvarez se fue a trabajar a Palencia, se dice que ocupó su puesto en la zona de Campos, introdujo por primera vez el retablo escurialense y colaboró en distintos proyectos con Jerónimo de Amberes y Mateo Lancrín, además de trabajar para importantes patronos del medio clerical palentino, como el abad de Lebanza, Francisco de Reynoso, obispo de Córdoba y abad de Husillos, o el tabernáculo del retablo mayor de la Catedral de Palencia. Después de conocer estos datos toma mucho interés la lectura de la descripción de esta original y excelente escultura que nos describe con todo detalle, Jesús Manuel Gutiérrez Pérez.

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  3. A veces pasan años sin que nos enteremos de la historia de algo que vemos a diario. Interesante esta aportación para entenderlo. Un saludo.

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