Rafael consiguió una composición muy original. Dividió la escena en dos partes bien diferenciadas. En la parte superior, representa la Transfiguración de Jesucristo en el Monte Tabor. En la zona inferior, la familia de un niño epiléptico pide a los apóstoles la curación de su enfermedad, pero ellos son incapaces de librar al niño de sus males.
El gran maestro del Renacimiento italiano es el primer autor en la historia de la pintura que unió estos dos acontecimientos que se relatan en el Evangelio de san Mateo. Hay que reconocer el mérito que le corresponde, ya que sirvió para aumentar el dramatismo de la obra. También se aprecia su genio creador en el contraste de luces y sombras. El espacio superior está inundado de luminosidad y en el inferior predomina el claroscuro.
El talento del artista de Urbino se manifiesta en otros detalles de este excelente óleo: en la escena alta exalta los valores ideales, mientras que en la baja refleja el mundo real. Trata con maestría las torsiones y posturas retorcidas de algunas de las figuras. Trasmite al espectador el dramatismo y la tensión que están viviendo el niño enfermo y las personas más cercanas a él.
Rafael sigue al evangelista san Mateo en estos dos episodios. En el ámbito celestial de la imagen, Jesús, acompañado de Pedro, Santiago y Juan, subió a una montaña alta, el Monte Tabor, y allí se transfiguró delante de ellos: “Su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se le aparecieron Moisés y Elías conversando con él…”. Debajo de Jesús, los tres discípulos asustados aparecen desvanecidos en el suelo (Mt 17,1-8).
En el ámbito terrenal, se narra la escena del muchacho epiléptico (Mt 17,14-18). En el lado derecho, el padre presenta a su hijo único a los apóstoles para que lo curen. En el lado izquierdo, los discípulos quieren curarlo, pero no pueden hacerlo.
Rafael presenta las distintas actitudes de los personajes: dos apóstoles señalan a Jesús con su mano izquierda, que no se encuentra con ellos en ese momento. El niño y un familiar levantan su mano derecha y la dirigen a la escena celestial. Con los gestos de sus manos quieren manifestar que el único que puede solucionar el problema es Jesús. Al final, el chico fue sanado por Cristo milagrosamente cuando descendió de la montaña.
La obra de arte de la Transfiguración de Jesús de Autillo de Campos es una copia del original de Rafael Sanzio de los Museos Vaticanos. Los naturales de Autillo podemos sentirnos orgullosos de tener este cuadro de uno de los más famosos artistas de la historia en la iglesia de nuestro pueblo.
La ficha técnica de esta composición artística es la siguiente:
Autor: Anónimo. Cronología: Siglo XVI. Técnica: Óleo sobre tabla. Estilo: Renacimiento. Dimensiones: 389 x 282 cm (tabla) y 405 x 298 cm (marco). Ubicación: Iglesia de Santa Eufemia, Autillo de Campos. Se encuentra a los pies del templo, en la primera capilla del lado de la epístola.
La impresionante obra pictórica de la Transfiguración del Señor era propiedad de don Francisco de Reynoso y la donó para presidir el altar mayor de la iglesia parroquial de Autillo. La primera vez que se cita este cuadro es en un documento notarial de 1596 del escribano público de la ciudad de Palencia Francisco González. En esta escritura de obligación se señalan las condiciones para realizar el retablo de la capilla mayor de nuestra iglesia.
Esta monumental pintura estuvo formando parte del retablo del altar mayor de la iglesia desde 1597 hasta 1734, que se instaló el nuevo retablo barroco construido por Pedro Bahamonde. Probablemente en este momento, la Transfiguración se colocó donde se encuentra actualmente.
En el cuadro de la Transfiguración de Autillo no aparecen los santos Justo y Pastor que sí están en el original de la Pinacoteca Vaticana. Estos santos están arrodillados en la parte superior izquierda, en el espacio celestial. La obra fue encargada a Rafael por el obispo de Narbona (Francia), Julio de Médicis, en 1516 para la catedral de esta ciudad francesa. Los titulares de la catedral de Narbona son los santos Justo y Pastor.
Quiero terminar este artículo dando las gracias a don Francisco de Reynoso porque además de mandar construir la magnífica iglesia de Autillo de Campos, también se preocupó de adornarla con esta maravillosa pintura.
Jesús Manuel Gutiérrez Pérez, Hijo Predilecto de Autillo de Campos.