18 de septiembre de 2018

A Tiro de Piedra: El Canal de Santiago





La gran ruta artificial de agua que atraviesa 200 kilómetros por Palencia, Burgos y Valladolid ofrece el primer tramo del camino jacobeo en barco. Sus defensores sueñan con un resurgir similar al de las peregrinaciones a Compostela


La lucha entre los que defendían la razón y los adictos a la fe ha sembrado la historia del país de guerras y atraso. Hoy, esos caminos de la fe y la razón se unen y conviven en un pequeño pueblo de la Tierra de Campos palentina: Frómista. Allí se cruzan el Camino de Santiago y el Canal de Castilla. Un poste señalizado pone cifras a las distancias. Jerusalén, 4.478 kms. Roma, 1.587 kms. Santiago, 424 kms. También pasa por allí la Ruta Lebaniega: Santo Toribio de Liébana, 157 kms.

El Canal de Castilla fue «la epopeya civil más importante de la historia española», insiste el escritor y viajero Raúl Guerra Garrido, autor de 'Castilla en Canal', considerada la 'biblia' que mejor describe este surco de agua de 207 kilómetros que hace más de 250 años soñó con unir la Meseta con el puerto de Santander. Abandonado a su suerte durante décadas, este surco artificial de agua sobre un océano de cereal se mira en el espejo del Camino de Santiago.

La leyenda dice que Santiago el Mayor llegó a las costas gallegas en una barca sin timón desde Palestina. Pero su mito ha creado una realidad social y económica que riega de riqueza con el gota a gota de sus peregrinos por donde quiera que pasa. Tres provincias (Palencia, Burgos y Valladolid) y decenas de pueblos del interior sueñan con convertir el museo industrial y paisajístico que es esa vía de agua en algo parecido.

Y, si Santiago llegó en barca, tiene su lógica que los peregrinos puedan hacer algún tramo de su camino hasta Compostela por agua. Esa posibilidad existe desde hace un mes en Frómista. El 'Juan de Homar', uno de los cuatro barcos que recorren tramos del Canal, sale de esta villa y detiene su marcha en un pantalán en Boadilla del Camino.

De momento, son apenas 3,5 kilómetros de ahorro para que descansen las piernas del duro bregar. Tras el embarque de subida desde Frómista, en lontananza se divisa la hilera de peregrinos que van llegando a los márgenes de la vía acuática. Muchos van tan concentrados en su esfuerzo, con tantas jornadas y kilómetros en la mochila, que ni reparan en el barco.

No es el caso de Teresa Jaraquemada. «Esta es una oportunidad única ¡Vamos para adentro!», empuja a Juan, otro caminante al que ha conocido de forma casual en su ruta. Otros dos compañeros prefieren seguir a pie. Teresa es una adicta del peregrinaje. «Es mi sexto Camino, siempre por rutas distintas. Esta vez vengo de Somport (Pirineo aragonés)», explica mientras el patrón del barco, Juan Carlos Urdiales, les sella la credencial. Juan agradace el cambio de método de locomoción. «Arrastro una tendinitis en una pierna y no sé si llegaré a Santiago», explica este veterano navarro.

Durante la hora escasa de periplo acuático, ambos charlan con el resto del pasaje, con mayoría de turistas ocasionales, que han acudido al reclamo de la incipiente promoción de este cruce de caminos en toda la extensión de la palabra. Los más dicharacheros son Jesús Mari 'Carpo', Sergio y Purificación, tres riojanos que se han acercado atraidos por la faraónica obra que ideó un paisano suyo, Zenón de Somodevilla, marqués de la Ensenada, consejero de Estado de Fernando VI, el rey que encargó unas obras que se iniciaron en 1753 y se prolongaron un siglo. Cuando el barco atraca de vuelta en Frómista, Teresa y Juan llegan a la par que sus otros dos compañeros. Todos se quedarán en uno de los cinco albergues de peregrinos que oferta esta pequeña localidad (poco más de 800 habitantes).

En el mes que lleva operativo el 'Juan de Homar', un barco de 38 plazas y «cero emisiones porque es todo eléctrico», aclara su otro tripulante, Jesús Santamaría, más de 3.000 personas se han subido a este viaje por el cruce de caminos de la vida y las creencias.

Aunque la promoción todavía no ha surtido los efectos deseados. Apenas un centenar de usuarios eran peregrinos a Santiago. «Siempre ha sido ajeno el Camino al Canal –lamenta el alcalde de Frómista, Fernando Díez Mediavilla–. Hay peregrinos que no lo usan porque creen que es hacer un poco de trampa. Queremos hablar con las diócesis para que les convenzan de que no es así».

                      


Apunto de cumplirse seis décadas (1959) desde que la mayor obra de ingeniería de la Ilustración española fue definitivamente cerrada, su recuperación parece un empeño tan lento como lo fue su construcción. El desuso durante décadas casi ocultó esta cicatriz en forma de Y griega que parte de Medina de Rioseco y Valladolid y se detiene en Alar del Rey, al pie de las faldas cántabras.

«A la gente le hablabas del Canal de Castilla y pensaba que era de riego. Para mí es una ría artificial, que es como le llamamos todos los que hemos crecido en sus márgenes». Araceli González gestiona Adeco-Canal de Castilla, asociación pionera en la defensa y recuperación de su patrimonio. Recuerda los principios hace casi un cuarto de siglo. «En 1994 logramos fondos europeos y empezamos adecuando los caminos de sirga que lo recorren. Había tramos en los que ni se veía su trazado».

Poco a poco el increíble entramado de esclusas, compuertas, molinos y dársenas fue viendo la luz y las administraciones castellanas empezaron a implicarse en su recuperación. En 1998 llegaron las primeras barquitas. Similares a esas que se ofertan en el estanque del Retiro madrileño. «Las trajimos desde el Canal du Midi francés, ejemplo del papel crucial que puede tener una vía de agua en el entorno. Logramos poner fin a 40 años de prohibición», recuerda González.

En la Casa del Esclusero de Frómista una cámara recuenta el paso de visitantes. «Superamos los 150.000 al año. Los peregrinos son la tercera parte», resume su alcalde. En Alar del Rey (Palencia) y Medina de Rioseco (Valladolid), dos de los extremos de este río artificial, las cifras superan las 50.000 visitas anuales para disfrutar de su oferta de actividades acuáticas de todo tipo. La falta de una institución única que gestione el Canal impide conocer su incidencia en la vida real de las docenas de pueblos por los que pasa. Pero los cálculos más modestos elevan por encima del medio millón anual las personas que se acercan a sus márgenes. «Antes nos llegaban visitas con las agencias turísticas. Ahora todo es por goteo... parecido a como empezó el Camino de Santiago», resume entre la realidad y el deseo el responsable del Museo del Canal de Castilla (Villaumbrales), Roberto Carreras.

Y, sin embargo, «sigue siendo un gran desconocido», lamenta el alcalde de Medina de Rioseco, David Esteban, que presume de conocer bien las dos rutas. Las ha hecho a pie y en bicicleta. «Recuerdo cuando recorrí el Canal con Perico Delgado. Luego lo incluyó en su libro sobre las mejores rutas familiares para hacer pedaleando», rememora.

Esteban es otro de los impulsores de la que algún día puede concretarse en la credencial del canalero, el carné de viaje que valide al que haya cruzado sus 207 kilómetros a pie, a caballo, sobre dos ruedas o por el agua. En www.canaldecastilla.org se ofrecen las rutas con todo tipo de detalles.

El Parlamento Europeo ha elegido a Medina de Rioseco como una de las cuatro Ciudades Europeas de la Navidad 2018. Su impresionante dársena y sus márgenes, con su harinera museo de San Antonio, han jugado un papel decisivo. También el sorteo de la ONCE del 5 de enero llevará una imagen del Canal de Castilla. Los Reyes Magos llegarán este año a la ciudad que durante un siglo soñó con ser un puerto. Y en todo el recorrido de esta ambiciosa obra de ingeniería esperan que los Magos de Oriente vengan cargados de futuro. Y, si no, que un cuponazo haga justicia al único río artificial de la Península.




Fuente: www.ideal.es

ANTONIO CORBILLÓNLunes, 17 septiembre 2018,

Descarga la guía completa del Canal de Castilla, AQUI.