17 de noviembre de 2015

La Vieja Dama


Foto de Jesús Manuel Gutiérrez Pérez




La Vieja Dama 
consciente de su épico pasado
espera, con la altivez de quien lo ha tenido todo
de quien nada ya tiene que demostrar

Aguarda paciente, con el carmín desdibujado
tiñendo de óxido 
su vieja y apagada boquilla de fumar

Con la cara ajada, 
pero transmitiendo aun 
el poderío, la belleza y elegancia
que antaño derrochó

Sigue imaginando su gran acto,
que alguien la vuelva a descubrir
con sus bellas arrugas
 y  poder volver a sentir
algo de lo que fue



(Por Julio Prieto)



Mira aquí como funcionaba...


A Casasola de Arión (Valladolid) se la conoció durante muchísimos años como el pueblo de las beldadoras o aventadoras, igual que a Cantalejo, en la provincia de Segovia, se le conoció como el pueblo de los trillos.

Una beldadora es una máquina con la que se separaba el grano de las pajas y suciedad que contenía después de haberse trillado en la era. Cuando no se contaba con esta máquina, había que utilizar la fuerza del viento para hacer esta labor: lanzar el grano hacia lo alto, para que el viento hiciera la función de separar éste de las impurezas.

El funcionamiento de la máquina es sencillo: el cereal se coloca en una arqueta
situada en la parte superior, y éste va bajando por su propio peso y el movimiento de la máquina a través de una ranura hacia un conjunto de cribas que se hallan unas por encima de otras a distintos niveles y que se mueven hacia un lado y hacia otro, gracias al vaivén de una biela que convierte el movimiento rotatorio de la polea en movimiento lineal. En un principio, mediante una manivela de movimiento manual y accionamiento manual movían unas aspas en el interior de un bombo, cuya misión es la de generar una fuerte corriente de aire, a modo de gran ventilador, expulsaba hacia el exterior la suciedad que contenía el cereal, mientras que éste caía a un depósito, donde se
situaban los sacos de yute, donde se iba almacenando. Con el tiempo se instalaron motores a la máquina para evitar el trabajo humano de dar vueltas a la manivela o mediante una correa se conectaba a la toma de fuerza de los tractores.

En el último cuarto del siglo XIX, gracias a las Juntas de Comercio y Agricultura
de Valladolid, que fomentaron la creación de Exposiciones donde se presentaban al público novedades agrícolas e industriales. Aquí aparecieron las primeras aventadoras extranjeras. Algunos pueblos de nuestra provincia se dedicaron a fabricarlas, como Alaejos, Perdrosa del Rey o Tiedra, pero sin duda fue Casasola el gran referente en su fabricación. En los años cuarenta del pasado siglo logró contar esta localidad con unos 20 talleres dedicados a la fabricación de aventadoras que se distribuían por todo España gracias a los más de 30 viajantes comerciales con los que contaban estas pequeñas industrias, a los que había que sumar los 5 con los que contó Pedrosa o Tiedra con 3 talleres, nos puede dar una idea de la cantidad de aventadoras que se producían en esta comarca vallisoletana.

La  beldadora representó toda una innovación que, junto a máquinas como la sembradora, la segadora y la trilladora, fueron produciendo una modernización de la agricultura en España. Pero a mediados de los años sesenta del pasado siglo, la llegada al campo de tractores y cosechadoras produjo la progresiva reducción en la fabricación de las beldadoras hasta su total desaparición, ya que esta misma función la realizaba la máquina de cosechar mientras segaba las mieses.

(Texto: internet)