10 de septiembre de 2015

Recordando: Comerciantes Autillanos de Antaño





Todos los recuerdos que voy a relatar proceden de mi niñez y juventud, principalmente durante los veranos de la década de los 70 y principios de los 80. 

Mirando hacia atrás, observamos que el comercio en Autillo claramente ha ido a menos. Hoy en día apenas hay dos comercios vivos en el pueblo, la tienda de Margarita y el bar de "La Tele" (se sigue llamando así, porque en su día, era la única televisión del pueblo).

Si se me olvida alguien o queréis incluir a algún otro comercio, enviadlo a la dirección de CONTACTO. 

Hoy, cuando queremos comprar algo que no encontramos en Autillo, tenemos que ir a Fuentes de Nava, que a 4 Kms, ha desarrollado un comercio próspero y una hostelería con mucha actividad...


AQUILINO EL FERRETERO

Sin duda, mi favorito. Aquilino tenía una tienda que hoy podríamos llamar, "ferretería" o mas bien "quincallería", pero solo por hacernos una idea de lo que era aquello. Creo que venía de Fuentes y abría dos o tres días a la semana y sin horarios fijos, por lo que siempre tenías que ir a ver si estaba abierto. Se desplazaba en moto (una Derbi, si la memoria no me falla), por lo que para saber si estaba, simplemente mirabas de lejos si la tenía aparcada en la puerta. 

La tienda eran un par de minúsculos habitáculos hechos de adobe a pié de calle, abigarrados de objetos de todo tipo. Aquilino sentado siempre detrás de su pequeño mostrador, con sus gafas de Geppetto y el cigarrillo siempre humeante. Humo que se mezclaba con el polvo del ambiente y que en la penumbra de la tienda, se hacían visibles y serpenteaban entre los rayos de sol que se colaban por las rendijas de las persianas. Lo conocí eternamente viejo, pero a los ojos de un niño, quizá no lo fuera tanto. Nunca me importunaba ir donde Aquilino, como otras tareas que se nos encomendaban, siempre tediosas como ir a por la leche o a por el pan. Ir donde Aquilino siempre era una aventura. Recuerdo especialmente ir a comprar los parches para arreglar los pinchazos de las bicicletas (lo hacíamos nosotros mismos desde bien pequeños, y nuestras herramientas para desmontar la cámara eran cucharas y tenedores), y los perdigones para disparar con la carabina de aire comprimido (hoy parece una aberración, pero antes los niños pedíamos la carabina a Los Reyes Magos y, venga.., a matar pájaros, palomas y disparar a diestro y siniestr a los botes de spray en el vertedero...). Hoy, hasta me da cosa el confesarlo...


PAULINA LA TENDERA

Como en los "Clicks de Famobil", era una especie de "Tienda-taberna-barbería-capilla-escuela", es decir que podías encontrar casi de todo, desde hilos de bordar, gaseosa "La Pitusa" o un gel de baño "Fa"...Creo que los actuales bazares chinos han copiado su estrategia comercial: tener casi de todo y abrir a todas horas, jejeje...


VITORINA Y LAS CHUCHERIAS

Podríamos decir que era la tienda de ultramarinos, pero era mucho mas... También vendía chucherías y golosinas para los chavales. Recuerdo la anécdota, que muy de niños, íbamos a la tienda "en tropel" y le pedíamos a la Vitorina alguna cosa que sabíamos que tenía que alejarse del mostrador, para meter la mano en alguno de los botes de chucherías... El regocijo era general. La Vitorina tenía bastante genio, pero nos sabía llevar...


SIMON Y SU VAQUERIA

Era "el tío Simón", hermano de mi abuela Anselma, casado con Segunda. tuvieron una vaquería durante muchos años. Como apuntaba antes, ir a por la leche era uno de los encargos mas engorrosos que teníamos, ya que sobre las 8 de la tarde, todos los días, había que dejar de jugar, pasar por casa, coger la lechera e ir a por leche recién ordeñada. La servía Segunda, por cuartillos, y con un cazo la vertía directamente en tu lechera de aluminio. Recuerdo el penetrante olor a vaca, tanto de la vaquería como de las personas, siempre con ese tufillo a vaca, pero que nunca me resultó desagradable. Y hoy es el día que oler "a vaca", me resulta incluso evocador... ¿ Tendrá todo esto algo que ver...?







LUCAS EL PANADERO

También tío mio. Yo era muy pequeño, pero recuerdo el calor y el olor a pan recién hecho. También ver la masa fresca, antes de hornear.


ELOY Y EL BAR

Eloy y Orencia tenían el bar de la Plaza del pueblo. También vendían vino y gaseosa, que almacenaban en un pequeño cuarto situado justo detrás de la puerta de entrada. Gaseosa y vino que en verano en nuestra casa se ponían a "enfrescar" en un cubo de agua recién sacada del pozo que, incluso en los días de mas calor, salía muy fría. Recuerdo el bar con cariño, por las horas que metíamos en la plaza, sentados tropecientos en un par de peldaños de una puerta con entrada hacia ninguna parte. Aun están en el mismo sitio. 50 años después todo sigue igual... Comíamos pipas compulsívamente, y un poco mas mayores acompañadas de un botellín de cerveza. Los domingos el bar se ponía a reventar, después de la misa de la 1, tomando los "vermús" con gaseosa y alguna "banderilla" (pepinillo-cebolleta y guindilla). Costaba llegar a la barra, y recuerdo que Dionisio, si estaba cerca, siempre nos hacía alguna broma. Por las tardes la gente echaba la partida de cartas o dominó, y todas las mesas estaban llenas de gente jugando y los que no, mirando.  Las nietas de Eloy, Margarita y Angelines eran nuestras amigas, y también servían en la barra del bar cuando hacía falta. Mas tarde el bar pasó a manos de Adelina y después a sus hija Angelines. Desde hace bastantes años ya está cerrado, habiendo dejado la plaza del pueblo sin ambiente y a todos los autillanos un poco "huérfanos de bar".








FELIX, EL CORTADOR

Felix Carriedo, era el marido de Adelina, la dueña del bar de la Plaza. Felix el "cortador", tenía unas formas un tanto hoscas, que seguro escondían un gran corazón. Recuerdo a mi abuela preguntando "quien es la última..."


¿ La mantanza de Texas...? No útiles de carnicero.



GITO Y URSICIO, LOS VENDEDORES AMBULANTES



Gito era un vendedor ambulante de frutas y verduras. Se trata de un personaje anclado a los recuerdos de mi mas temprana infancia, y por el que siento especial cariño. Siempre con su boina calada, partía con su carro y su mula, desde Fuentes de Nava y recorría varios pueblos cercanos. Cuando llegaba a la plaza donde estaba nuestra casa, era un acontecimiento para mí y mis hermanos. Mi abuela Anselma le compraba fruta y verduras y Gito, siempre alegre, nos daba un perucho o un trozo de pepino, que nos comíamos allí mismo. También nos montaba en el carro y recorría unos metros con nosotros. Después, creo, le sustituyó Ursicio, también de Fuentes y del que también guardo muy gratos recuerdos.



Por Julio Prieto