8 de enero de 2013

El Labrador



En un mar de tierra parda.
Se recorta la silueta
de un par de mulas cansinas 
y un hombre rudo y enjuto,
con boina y mal encarado, 
aferrado a un arado.
Con la única misión,
de abrir las entrañas a la tierra.

Después entierra en el surco la semilla,
y espera mirando al cielo, 
que el sol, la lluvia y la tierra, 
con el concurso del tiempo, 
realicen el prodigio de la multiplicación. 
Devolviendo al labrador el fruto de su labor.

Por cada grano sembrado,
un haz de espigas granadas.
Este ciclo se repite, cuando actúan en simbiosis,
La Madre Naturaleza y el afán del labrador.

Paco Vega